lunes, 13 de agosto de 2012

¿Qué es lo que quieres?
¿En qué tanto piensas?

¿Qué es lo que tanto pides?
Me río de verte ahí en medio de tu nada con algo en mente.
Dilo ya, que sea lo que sea, lleva mi nombre.

Hay gotas de lluvia en tu cara en tu cabello, en tu ropa,
en el corazón de cartulina que hay en tu bolsillo;
en tu duda.
El agua comienza a desteñir el color de crayola
que tu determinación trazó un día ya medida que el papel se deshace, 
te vas quedando incompleto.

Te quedas ahí, mojado, en un charco de incertidumbre,
muy seguro de que algo se te perdió.
Pude ser yo. O pudo ser tu razón; la extravié.
No eres nadie sin ella, no eras nada aún cuando la tenías.

¿Te das cuenta? 
No puedes seguir. Las piernas te flaquean, 
las rodillas te tiemblan.
Tu boca no produce más que balbuceos, 
pero yo entiendo lo que dice.
Esa boca que muero por arrancar con los dedos; 
igual, no hace mucho allí pegada, un artificio de seriedad, tal vez,
aunque la turbación de tu mirada delata.

Estás desnudo, mojado y aturdido. 
Y no voltees; me deprimo.
No trates de ocultarte, no hay manera.
Te atravieso hasta con la mente.
Estás relleno de huecos y me aburro.

¿Todavía no sabes lo que quieres? 
Porque yo sí.



J.






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